En una oportunidad el Señor Yahshúa dijo al auditorio que le escuchaba: “Para juicio he venido yo a este mundo; para que los que no ven, vean, y los que ven, sean cegados” (Juan 9:39). Esto fue con motivo de la discusión que se presentó cuando el Señor Yahshúa sanó a un ciego de nacimiento. Los vecinos del ciego le interrogaron; ¿Cómo te fueron abiertos los ojos? y luego llevaron ante los fariseos al que había sido ciego, e inmediatamente éstos comenzaron a preguntar al ciego, quién le había sanado, y acusaban al Señor diciendo que no venía de Dios.
El Señor aprovechó una circunstancia natural (ser ciego), para mostrar al pueblo una verdad absoluta: ¡Quién no reconozca que Yahshúa es el enviado de Dios, está ciego! Por ello él mismo le pregunta al ciego: “¿Crees tú en el Hijo de Dios?, respondió él y dijo: ¿Quién es, Señor, para que crea en él? Le dijo Yahshúa: Pues le has visto, y el que habla contigo, él es. Y él dijo: Creo, Señor; y le adoró.
El Señor usa un juego de palabras para poner en evidencia a los fariseos, quienes reconociéndose a sí mismos como representantes de Dios, no podían ver al mismo Dios a quien tenían enfrente. Esto mismo ocurre ahora. Quienes se llaman representantes de Dios (que son en teoría quienes ven) y deben llevar al pueblo a La Presencia, si no ven a Dios entre ellos, entonces ciegos están. Y Yahshúa es Dios.
Pero aún hay más. El Señor no solo dijo que ciegos eran quienes no le reconocían, sino que anunció que juicio había venido a traer al mundo, y señaló: “No penséis que he venido para traer paz a la tierra; no he venido para traer paz, sino espada”. (Mateo 10:34) ¿Por qué dijo esto? ¿No es contradictorio con la figura de un Dios de paz? Bueno, la causa es que los ciegos que no Le reconocen como Dios, se levantarán en contra de los que sí ven. Y esta es una confrontación antiquísima, que alcanza los mismos orígenes, cuando ni siquiera el mundo conocido, y el hombre existían. Satanás es quien da motivo a esta afirmación.
El querubín protector (así es como se conocía al diablo, antes que se convirtiera en demonio) fue creado pleno de hermosura y fue el primero en estar en el Edén (Ezequiel 28). Pero su vanidad, arrogancia y soberbia le hicieron caer profundísimo y el Señor Yahshúa siendo EL VERBO de Dios le venció apenas al comienzo, cuando fue llamado “a ser luz” (Génesis 1:2), y desapareció toda tiniebla. Desde ese momento el diablo es el enemigo de Dios, de Yahshúa y de todos los que son de Yahshúa.
El libro de la vida fue escrito desde el comienzo de todas las cosas (Ap. 13.8) y allí están anotados todos los que entrarán. Estos son los que ven, y han reconocido que Yahshúa es el Señor, y no el diablo. Pero hay una enorme cantidad de personas que no reconocen a Yahshúa como Señor, ni le reconocerán. Estos son los ciegos. Éstos perseguirán a los cristianos hasta la muerte. Por ello el Señor dijo que traería la espada.
Vienen días cuando los hombres serán presionados para negar al Señor Yahshúa, y quienes lo hagan tendrán paz de este mundo, pero no paz de Dios. En cambio, los que afirmen y confirmen que Yahshúa es el Señor, serán atribulados y tendrán persecución de este mundo, pero paz para con Dios. Vienen días cuando ya no habrá más paz sobre la tierra, ni en los hogares, ni en las familias, ni en el trabajo, porque algunos (los que no ven), se levantarán en contra de los que ven. Así dijo el Señor: “El hermano entregará a la muerte al hermano, y el padre al hijo; y los hijos se levantarán contra los padres, y los harán morir. Y seréis aborrecidos de todos por causa de mi nombre; mas el que persevere hasta el fin, éste será salvo”. (Mateo 10:21,22)
¿De quién eres tú, de los ciegos o de los que ven? ¿Reconoces a Yahshúa como Señor, o más bien te rindes delante de Satanás? Recuerda las palabras del Señor: “No todo el que me dice Señor, Señor, entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la Voluntad de mi Padre que está en los cielos” (Mateo 7.21)
Mientras estés vivo estás a tiempo.
Amén.
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