Yahshúa es sin duda el más glorioso Hijo de hombre, que haya conocido la historia de la humanidad. En el recaen los más exigentes oficios dados por el Padre. Por ejemplo de Yahshúa, y de nadie más se dice: “Pues si por la transgresión de uno solo reinó la muerte, mucho más reinarán en vida por uno solo, Yahshúa Ha Mashiac, los que reciben la abundancia de la gracia y del don de la justicia.” (Ro 5.17)
El transgresor por el cual reinó la muerte fue Adán y por su causa la muerte ha alcanzado a todos los hombres. Ahora bien de Yahshúa se dice que por la gracia de Dios en él, y por su justicia reinarán quienes de su justicia han recibido.
Dios justifica a quien es de la fe en Yahshúa, por causa de esa justicia que el Señor alcanzó. Justicia que por cierto fue necesaria, por la injusticia de Adán. Un hombre trajo la calamidad a la humanidad por su desobediencia (Adán), pero otro hombre trajo la gracia, como consecuencia de su propia justicia (Yahshúa). Pero hay mucho más de misterio en todo esto. Adán fue el primer hombre de la creación antigua, Yahshúa fue el primer hombre de la creación moderna, pero poco se habla de esto.
A Adán le fue dada la autoridad de comandar la primera creación, y rápidamente se la entregó a Satanás. Yahshúa vino a recuperarla y lo hizo, arrebatándosela al diablo cuando emergió de las entrañas de la tierra, con vida y con cuerpo de gloria, sin pecado. Todo esto mediante su justicia. Ahora bien, a pesar de la victoria de Yahshúa sobre la muerte, ésta aún no ha sido quitada, aunque ya no reina. Yahshúa la venció al resucitar al tercer día. Pero la muerte permanecerá hasta que llegue el momento de ser quitada, lo cual sucederá después del reinado de Yahshúa.
Yahshúa por su vida obediente al Padre, sin mácula, alcanzó gracia delante de Dios y esto trajo la justicia anhelada. Sin Yahshúa la humanidad camina hacia la muerte eterna, pero gracias a la gracia alcanzada ahora podemos pensar no en una muerte eterna, sino en una vida eterna. ¡Que grande misterio!
En Yahshúa hay vida por causa de su vida, y esto para quienes le aman. Pero la promesa va más allá de la vida eterna, es una promesa para reinar. Daniel escribió acerca de esto: “y que el reino, y el dominio y la majestad de los reinos debajo de todo el cielo, sea dado al pueblo de los santos del Altísimo, cuyo reino es reino eterno, y todos los dominios le servirán y obedecerán”. (Dn 7.27)
En la visión de Juan, él fue testigo de “que en medio del trono y de los cuatro seres vivientes, y en medio de los ancianos, estaba en pie un Cordero como inmolado” y quienes allí estaban le alababan y decían: “Digno eres de tomar el libro y de abrir sus sellos; porque tú fuiste inmolado, y con tu sangre nos has redimido para Dios, de todo linaje y lengua y pueblo y nación; y nos has hecho para nuestro Dios reyes y sacerdotes, y reinaremos sobre la tierra”. (Ap. 5:7,9,10)
Uno tan sólo se alegraría por poder entrar al reino de los cielos (porque es cosa muy difícil), pero que además reines es extraordinario, es sublime, es glorioso. Y esto sólo pudo hacerlo el Señor Yahshúa.
Yahshúa vino al mundo con un propósito: rescatar a la creación de Dios. Y lo hizo. Y esto a través de Su Justicia. Juan dice: “Gracia y paz a vosotros, del que es y que era y que ha de venir, y de los siete espíritus que están delante de su trono; y de Yahshúa Ha Mashiac el testigo fiel, el primogénito de los muertos, y el soberano de los reyes de la tierra. Al que nos amó, y nos lavó de nuestros pecados con su sangre, y nos hizo reyes y sacerdotes para Dios, su Padre; a él sea gloria e imperio por los siglos de los siglos. Amén”. (Ap. 1:4-6). Pedro llama a los que han sido limpiados con la sangre de Cristo, “real sacerdocio” (1 Pe 2.9).
Así que sabiendo esto, que Yahshúa es el escogido de Dios para traer justicia, a través de su gracia, y que esta gracia está disponible mientras este estado de cosas no cambien, y conociendo que los que son de Yahshúa tendrán vida eterna y reinarán, ¿aún persistes en seguir ídolos mundanos, creados por satanás para confundir, y así llevarte para el infierno?
Aún hay tiempo, sólo tienes que decidirte por el Señor de la Gloria y la Justicia, Yahshúa de Nazaret. Después cuando hayas entregado tu cuerpo a la tumba, será tarde
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