El cambio de pactos que hubo, luego de la resurrección, tiene como figura central al Señor Yahshúa. En el nuevo pacto (o nuevo testamento), hubo cambio de sacerdocio, pasando del levítico al melquisedénico. En este nuevo sacerdocio Yahshúa de Nazaret es el Sumo Sacerdote, y esto para siempre.
El sumo sacerdote según Leví podría entrar al Lugar Santísimo, pero una vez cumplido el servicio, debía salir. Sin embargo, Yahshúa, como Sumo Sacerdote según Melquisedec, "traspasó los cielos" (Hebreos 4:14) y llegó a la misma Presencia del Padre y se quedó para siempre.
El pueblo judío durante su peregrinaje por el desierto, utilizó una tienda movible (llamada tabernáculo) para el culto, pero ahora el tabernáculo original está en los cielos, adonde permanece el Señor Yahshúa, esperando el momento de regresar.
Juan da testimonio del momento del ingreso del Señor Yahshúa, al Trono de Dios (que es el Trono de la Gracia): "Y miré, y vi que en medio del trono y de los cuatro seres vivientes, y en medio de los ancianos, estaba en pie un Cordero como inmolado, que tenía siete cuernos, y siete ojos, los cuales son los siete espíritus de Dios enviados por toda la tierra" (Ap 5.6).
Daniel, el gran profeta mesiánico también Le vio: "Miraba yo en la visión de la noche, y he aquí con las nubes del cielo venía uno como un hijo de hombre, que vino hasta el Anciano de días, y le hicieron acercarse delante de él”. (Daniel 7:13).
En las escrituras solo pueden ser reconocidos dos sacerdocios: El levítico del antiguo pacto, y el de Melquisedec del nuevo pacto, por lo que el sacerdocio romano que aplica la Babilonia moderna católica, es absolutamente falso. Asimismo, solo hay un Sumo Sacerdote que es Yahshúa de Nazaret, por lo que el príncipe de Babilonia, a quien llaman Papa, es un usurpador.
De igual manera solo hay un Tabernáculo donde se encuentra el Trono de Gracia, que es el del Padre Dios Todopoderoso, por lo que la sede vaticana es un lugar de aborrecible e inaceptable usurpación.
Yahshúa de Nazaret abrió un camino nuevo pletórico de Gracia, por lo cual las Escrituras son generosas al invitarnos: "Acerquémonos, pues, confiadamente al trono de la gracia, para alcanzar misericordia y hallar gracia para el oportuno socorro".(He 4:16).
Esta invitación siempre está abierta. No dejes de acercarte. Mientras estés vivo, tienes oportunidad... Yahshúa de Nazaret, nuestro Sumo Sacerdote, te espera junto al Padre Dios, en el Trono de Gracia.
Commentaires