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Raul Dominguez

ÉL ES EL SEÑOR

Sin duda las enseñanzas del Señor Yahshúa, trastornaron las creencias que los judíos tradicionalistas acostumbraban. En muchas oportunidades el Señor intervino para hacerles ver a quienes escuchaban, que no era como ellos pensaban, sino que la Voluntad del Padre era otra.

En más una ocasión llamó a los fariseos y escribas hipócritas. Por cierto que la palabra griega (hupokrytés) puede ser interpretada como alguien que actúa. Es una especie de juicio solapado, bajo otras circunstancias que controlan el acto. Es como los actores que actúan bajo “una máscara”, que es el personaje que interpretan.


Cuando el Señor dio la enseñanza acerca de juzgar a los demás (Lucas 6.42) él llama hipócritas a quienes teniendo una viga dentro de su ojo, acusan a quien sólo tiene una paja. De este mismo escrito, en el verso 46, el Señor pregunta a quienes le escuchan: ¿Por qué me llamáis Señor, Señor, y no hacéis lo que digo? La palabra griega kyrie (Señor) que se origina de kurios se refiere a una persona que ejerce un derecho absoluto de propiedad sobre alguien, y que, en consecuencia, debe ser obedecido. De allí la pregunta que el Señor hace.


Aquel día, como ya comentamos en otro artículo, es usado en las Sagradas Escrituras, para referirse al instante de Su Regreso. El momento de Su Venida ha sido largamente esperado por quienes Le amamos y anhelamos estar con Él eternamente. En su segunda venida se producirá el juicio a quienes decimos que somos de él. Los que solemos llamarnos “cristianos” (este es el juicio a las naciones que aparece en Mateo 25).


La pregunta del Señor ¿por qué me llamáis Señor, Señor y no hacéis lo que yo digo? es más que un regaño. Es una exhortación en amor. Ustedes deben obedecerme y cumplir mis palabras, si dicen que yo soy Su Señor (paráfrasis mía). El mismo texto en Mateo (6:21-23) añade: “Muchos me dirán en aquel día: Señor, Señor ¿no profetizamos en Tu Nombre, y en Tu Nombre echamos fuera demonios? Sin duda este texto deja muy claro que el Señor Yahshúa habla a los santos (lo cual incluye a la iglesia y a Israel).


Cada uno de nosotros, los que anhelamos estar con él, y que nos llamamos “cristianos” debemos revisarnos, a fin de conocer si de verdad él es nuestro Señor; es decir si realmente le obedecemos. Profetizar y echar fuera demonios es la práctica habitual de la “iglesia” del Señor; por lo tanto es a ella a quien le habla ¿Es realmente Yahshúa nuestro Señor? ¿Obedecemos su Voluntad (que es la de Dios)?


Nunca os conocí…”, es una respuesta muy dura. Entonces cabe suponer dos cosas: O el Señor permitió que en Su Nombre hubiese actividad sobrenatural (profetizar y tener autoridad sobre demonios), o tal poder no provenía de Dios, sino que era ejercido por otra fuente de autoridad. La segunda parte de la expresión es aún más clara: “…hacedores de maldad”. En el intermedio de la expresión dice: “…apartaos de mi…


Qué momento tan terrible. Por ello Juan en su primera carta dice: “Y ahora hijitos permaneced en él, para que cuando él se manifieste tengamos confianza, para que en su Venida no nos alejemos de él avergonzados” (1 Juan 2:28). Imaginemos el momento, “…apartaos de mi hacedores de maldad” y luego dar la vuelta y alejarse de él avergonzados. Ese sería el panorama si nosotros quienes nos llamamos “cristianos” (que realmente significa “ungiditos”) no revisamos nuestro proceder y determinamos si él, en verdad, es nuestro Señor.

Aún hay tiempo, mientras vivimos.

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