En una oportunidad los seguidores de Juan el bautista le preguntaron al Señor Yahshúa: “¿Por qué nosotros y los fariseos ayunamos muchas veces, y tus discípulos no ayunan?, a lo que el Señor respondió: “¿Acaso pueden los que están de bodas tener luto entre tanto que el esposo está con ellos? Pero vendrán días cuando el esposo les será quitado, y entonces ayunarán. Nadie pone remiendo de paño nuevo en vestido viejo; porque tal remiendo tira del vestido, y se hace peor la rotura. Ni echan vino nuevo en odres viejos; de otra manera los odres se rompen, y el vino se derrama, y los odres se pierden; pero echan el vino nuevo en odres nuevos, y lo uno y lo otro se conservan juntamente.” (Mateo 9:14-17).
Estaba el Señor estableciendo un nuevo fundamento, el cual parece que aún hoy más de 2000 años después nadie ha entendido. El vestido viejo al que hacía referencia el Mesías, es todo el Antiguo Pacto, tiempo cuando el ayuno era una prescripción de fiel y obligatorio cumplimiento. Decía el Señor que no era bueno cumplir ordenanzas propias del antiguo pacto, en tiempos del nuevo. Asimismo el odre viejo es el pacto anterior, y el vino nuevo (en expansión y con demasiada fuerza interior) el pacto recién propuesto, que comenzaría a cumplirse después de su resurrección.
El Señor les decía a los discípulos de Juan que no era conveniente unir los dos pactos porque el viejo sería destruido, irremediablemente, por el nuevo. De igual manera les dijo que mientras el novio estuviese allí no había razón porque estar de duelo, mostrando con esto el carácter luctuoso del ayuno. Yahshúa es el novio, y él es el motivo de alegría y contentamiento de quienes con él están. Entonces ¿por qué ayunar?
En estos tiempos vemos claramente como la iglesia que dice ser del Señor, y dice tener la verdad, la iglesia protestante evangélica, no ha entendido este claro mensaje. Aún continúan cumpliendo fiestas propias del antiguo pacto, como la de las primicias por ejemplo, dando a entender con esto que el Redentor aún no ha venido, por lo cual continúan en los tiempos de la ley y no de la gracia.
Yahshúa, mientras estuvo entre nosotros, enseñó que el antiguo pacto estaba siendo sustituido por el nuevo. Un ejemplo muy claro de esto fue el cumplimiento o no del día de reposo. Esto le causó un enfrentamiento con el pueblo judío, especialmente los fariseos y estudiosos de la ley. Ciertamente en los tiempos del AP había prescripción de observar el día de reposo. Pero el Señor habló claro a la hipocresía de los judíos, al decir que observaban el sábado pero en su corazón no cabía el amor. Ellos preferían no trabajar el sábado, aunque esto significase que no ayudarían a alguien que tenía necesidad. Pero si se trataba de buscar su oveja que no estaba en el corral, no tenían problema con eso. Con tal de comer, no importaba si observaban la ley.
De igual manera eran muy escrupulosos al momento de ir a comer. Debían lavarse las manos varias veces, pero no lavaban su conciencia y corazón de las prácticas de violencia y falta de tolerancia. Aún en este tiempo es válido el mensaje del vino nuevo en odres viejos. El Señor Yahshúa es nuestras primicias (1 Co 15.20,23). Igualmente las mismas Escrituras aseguran que el Espíritu Santo es las primicias (el primer abono) de lo que vendrá (Ro 8.23) y nosotros mismos hemos sido presentados al Señor como primicias suyas (Santiago 1.18; Apocalipsis 14.4).
Este es el nuevo pacto que sustituye al antiguo. Yahshúa cuando resucitó se presentó delante del Padre como primicia, luego cuando el Ungido venga, serán presentados los que sean aprobados.
¿Quieres seguir viviendo como si estuvieras en el antiguo pacto, o deseas vivir en el nuevo que Dios Padre ofreció a través de Su Hijo?
Yahshúa es el novio y es la vida. Yahshúa es el nuevo pacto.
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