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Raul Dominguez

LOS CAMBIOS NECESARIOS, EN LA CONDUCTA.

El enfoque del Señor Yahshúa, cuando estuvo entre nosotros fue directo, tocando principalmente la conducta de los hombres, que no se ajustaba a lo que Dios espera. Yahshúa se movió entre sus paisanos, y les enseñó que sus procederes, no estaban bien.


Cuando el Señor empezó su ministerio, fue hasta un monte cercano a Jerusalén, y allí viendo una gran multitud se sentó a hablarles. Primero les habló de la necesidad de proceder bien, diciéndoles: Así alumbre vuestra luz delante de los hombres, para que vean vuestras buenas obras, y glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos”. A partir de esto comenzó a enseñarles cual debía ser su actitud, a fin de glorificar a Dios.


La ley enseñaba que matar era malo, pero el Señor modificó esto y enseñó que aún enojarse contra de su hermano y llamarle “necio” o “fatuo”, era un causal para ser llevado el infierno. Es decir, que a partir de ahora no solo se cuestionaría el hecho extremo de asesinar, sino que se partiría desde la base de sentirse enojado.


También enseñó que la ley condenaba el adulterio, en cuanto al hecho concreto del sexo ilícito fuera del matrimonio. Pero él fue más allá y dijo que si alguien pensaba y codiciaba a quien no era su conyugue, ya constituía un acto de inmoralidad sexual y era considerado un adultero.


Él habló también de que la ley enseñaba que la venganza era buena, citando el dicho “ojo por ojo y diente por diente”. Inmediatamente enseñó que quien fuese sujeto de violencia, no debía resistirse, yendo más allá cuando dijo: “no resistas al que es malo, a cualquiera que te hiera la mejilla derecha, vuélvele también la otra.


También habló de la necesidad de ser desprendidos: “al que te pida dale, y al que quiera tomar de ti prestado, no se lo rehúses”. Otro punto importante que habló el Señor Yahshúa fue el de tener una actitud favorable con nuestros enemigos. Él dijo: “Amad a vuestros enemigos, bendecid a los que os maldicen. Haced bien a los que os aborrecen, y orad por los que os ultrajan y persiguen”. La razón por la que da mandamiento de hacer esto es “para que seáis hijos de vuestro Padre que está en los cielos, que hace salir su sol sobre malos y buenos, y hace llover sobre justos e injustos”. Hacer el bien sobre los malos es una conducta divina.


Algunos aspectos de las costumbres religiosas del pueblo judío, fueron tocadas por el Señor Yahshúa. Por ejemplo, cuestionó que el dar limosna fuese un asunto público. Dijo él que quienes dieran limosna no lo pregonaran a viva voz. Un cuestionamiento similar hizo con los que acostumbraban orar en público, para ser admirados de las gentes: “Y cuando ores no seas como los hipócritas, que aman el orar de pie en las sinagogas y en las esquinas… para ser vistos de los hombres”. Y el siguiente cuestionamiento de este tipo fue el del ayuno. Porque muchos ponían cara de sufrimiento y dolor durante el ayuno, para recibir lástimas y consuelos de los demás. “Pero tú cuando ayunes, unge tu cabeza y lava tu rostro, para no mostrar a los hombres que ayunas”.


Lo triste es que aquellos cuestionamientos del Señor, de hace más de 2000 años, aún siguen vigentes. Es necesario que revisemos nuestras conductas, para que sean cada vez más, parecidas al prototipo que Dios quiere para nosotros; es decir el Ungido. Todos esos mandatos que el Señor Yahshúa nos impartió mientras vivió con nosotros, los cumplió él mismo, dando ejemplo.

Yahshúa de Nazaret el más hermoso de todos los hombres. No hay otro como él.

Acéptale hoy mismo.

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