Yahshúa es también el hombre de vida sobrenatural. Es decir de aquello que escapa, a nuestra limitada concepción de las cosas. Porque, por ejemplo, convertir cinco panes y dos peces en un alimento para cerca de 10.000 personas, y que además sobren 12 canastas, es algo extraordinario, ¿no? (Mateo 14:13-21). Yahshúa, una vez iniciado su ministerio era de 30 años (Lucas 3:23), y a partir de allí hizo cosas tremendas, extraordinarias, sobrenaturales.
Su primer “milagro” fue transformar el agua pura en vino de la mejor calidad (Juan 2:1-12). María le había dicho a los que servían: “haced todo lo que os dijere”, previendo con ello que el Señor podría hacer algo para ayudarle, en momentos en que el vino había terminado. El resultado fue un vino de un sabor extraordinario, al punto que el maestresala dijo: “pero tú has reservado el buen vino hasta el final”.
Claro está que el milagro de Caná no consistió en proporcionar más licor para que bebieran y se emborracharan. No, ese no era el propósito del Señor. Acá había un anuncio de lo que el mismo Señor estaba haciendo: Cambiar el rancio vino del primer pacto, por el Nuevo y Sorprendente vino de la nueva Alianza, de la cual Yahshúa era su máximo representante.
Una vez iniciado su trayecto por Israel para predicar las buenas noticias, el Señor hizo innumerables e impresionantes cosas, con las cuales logró asombrar a quienes con él estaban. Uno de los momentos sobrenaturales más notorios fue cuando le bajaron al paralítico, por el techo de la casa (Macos 2:1-12), ya que era tanta la cantidad de gente, que no podían entrar. Pero el Señor, como siempre, no desperdicio el momento y dio una enseñanza.
Él estaba en Capernaum. El Señor se dirige al paralítico con unas palabras desafiantes: “Hijo, tus pecados te son perdonados”. Hizo esto con la intención de mortificar a su auditorio, para llevarles a una verdad: “Él es Dios”, y puede tanto sanar a un enfermo, como perdonar pecados. Los judíos estaban dispuestos a aceptar que podía hacer explotar lo sobrenatural, y cambiar las cosas establecidas, pero no aceptaban que perdonara pecados. Pero la confirmación de que Él podía perdonar pecados es que le dice al paralítico: “Levántate, toma tu lecho, y anda”.
Uno de los momentos sobrenaturales más notorios, es cuando la mujer con flujo de sangre, toca el borde de su manto (Marcos 5:21-34). Ella tuvo que atravesar una multitud enorme, para llegar adonde Él estaba. Pero junto a este hecho prodigioso, hubo también una enseñanza. En Levítico 15.19 dice: “Cuando la mujer tuviere flujo de sangre, y su flujo fuere en su cuerpo, siete días será apartada, y cualquiera que la tocare será inmundo hasta la noche”.
Y allí estaba ella tratando de llegar a Él, para tocarle. Y lo hizo, a lo que el Señor respondió: “¿Quién ha tocado mis vestidos?. Dicen las Escrituras que “en seguida la fuente de su sangre se secó, y sintió en el cuerpo que estaba sana de aquel azote”. Ese día el Señor enseñó que la Voluntad del Padre era tener Gracia, buena Voluntad para con los hombres (Lucas 2:14).
Pero sin duda, el acto sobrenatural más glorioso sucedió en la cruz, cuando pudo volver a tomar la vida y salir del lugar de los muertos adonde había descendido, para cumplir la Voluntad del Padre. Hasta ese momento alguno había resucitado, como por ejemplo Lázaro. Pero ninguno lo había hecho en sí mismo. Yahshúa murió y descendió a las partes bajas de la tierra, para hablarles a quienes yacían en ese lugar, y decirles que algún día resucitarían, para ser juzgados en carne (1 Pedro 4:6).
Una vez cumplido este propósito, llamó a la vida, y la tomó nuevamente, y salió del lugar adonde estaba. Y se apareció a muchos para que quedara constancia de su resurrección.
Ahora queda por cumplir un acto sobrenatural, “porque el Señor mismo con voz de mando, con voz de arcángel y con trompeta de Dios descenderá del cielo…” (1 Tesalonicenses 4.16).
Las gentes le verán (Ap 1:7), no en un pollino como la primera vez (Juan 12:15), sino en un hermoso caballo blanco (Apocalipsis 19:11), viniendo en los cielos.
¿No es extraordinario Yahshúa? ¿No es absolutamente asombroso el Señor?. Él es único, y es el escogido por el Padre, para cumplir su sola y perfecta Voluntad.
Acéptalo, y recíbelo como Señor de tu vida.
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